EL HERMANO UBALDO VOLVIO 26/11/07 Las siguientes líneas son un aporte de un capuchino que no desea que la memoria colectiva de Panguipulli, olvide como ya acostumbra a la gente buena que ha servido a esta tierra. Discurso leído en el día del funeral del Hermanito Ubaldo. Una vez un personaje importante de Panguipulli profetizó al Hermano Ubaldo: “Ud. con seguridad va a cumplir cien años de vida.” Con cierto tono de triunfo en la voz, el Hno. Ubaldo repitió esta profecía en muchas ocasiones. Los últimos años A partir de los años 1997/98 comenzó a sentir el peso de los años, se volvió olvidadizo, se desorientaba, la sordera se agudizó. Para mejor descanso se quedó en el convento de Valdivia. Cuando el cierre de éste estaba seguro, llegó a Pucón. Logró ubicarse en la casa, aunque de vez en cuando se perdía en la casa y no encontraba su pieza. Rezaba mucho, leía con mucha concentración horas enteras y no tenía problemas con el sueño. El Hermano José Brim se dedicó con mucha paciencia a atenderlo: le cambiaba la ropa, lo lavaba o le daba los remedios. P.Josef Mittermaier, provincial de los capuchinos bávaros, que vivió unos días en nuestra casa, escribió: “Yo tuve la impresión que el Hno.Ubaldo se sentía bien entre ustedes.”
Dos tercios de su vida los pasó en Chile. El 13.Oct.1950 había arribado en el Puerto de Valparaíso. Antes de llegar a Panguipulli, había pasado ya siete años en Valdivia como encargado de la sacristía y de factotum. El año 1957, “solamente por pocas semanas”, fue destinado a la parroquia de Panguipulli, y allá se quedó trabajando por largos cuarenta y cuatro años, solicitado, apreciado y querido por los panguipullenses, hasta que por fin, el año 2001, buscó una vida más tranquila en Valdivia 44 años de trabajo en Panguipulli ¿Qué no ha hecho el Hno.Ubaldo en Panguipulli? Construyó capillas y escuelas en el vasto territorio de la parroquia; arregló los vehículos que estaban en panne, organizó el reparto de los alimentos para las escuelas y la gente necesitada, cuando todavía llegaban estos envíos desde Los Estados Unidos. Al final de un día lleno de trabajo, recorría incansablemente las poblaciones del pueblo para fundar y atender Comunidades Cristianas de Base; y los domingos llevaba la Santa Comunión a los enfermos. Famoso buscador de agua Desde lugares muy lejanos llegaban campesinos mapuches o dueños de fundo para pedirle que ubicara lugares en los predios donde se podría hacer un pozo de agua. Había nacido en el seno de una muy modesta familia de campesinos en Inching (Baviera) el 13 de enero de 1912, como segundo de 12 hermanos. La profunda fe de esta familia se refleja en que él y otro hermano se hicieron religiosos, tres hermanas religiosas, y un hermano se ordenó sacerdote diocesano. En el bautismo recibió el nombre Johann (Juan). Después de estudiar la enseñanza básica en Walting, realizó un aprendizaje de mueblería que duró tres años y medio. A continuación trabajó en Inching, Wolkerszell y Niederaudorf Descubre su vocación. Un tío del Hno.Ubaldo, el hermano Aarón, había sido hermano capuchino, pero murió muy joven al final de la Primera Guerra Mundial como soldado en Francia. Su padre se acordaba mucho de su hermano caído, y solía contar cuán feliz era su hermano como capuchino. Quizás, así nació la idea de hacerse capuchino. Pero sólo a la edad de veintiséis años decidió tomar este camino. El año 1938 entró al noviciado de los capuchinos en Laufen (Baviera), y el 24.12.1939 asumió el compromiso de vivir como tal. Soldado Pocos días después tuvo que cambiar el hábito capuchino por el uniforme militar para participar en la guerra. Pocos meses antes había comenzado la Segunda Guerra Mundial. Cinco largos años fue soldado. De éstos, dos años en Rusia, donde perdió un ojo por una esquirla, y casi la vida. Muchas veces contaba: Al pasar el Dnjepr, río inmenso, en la época de invierno, al retirarse las tropas alemanas, no había más puentes. En su angustia se lanzó a las aguas heladas y se agarró de una viga flotante. Y no supo nada más. Despertó en una ruca rusa: campesinos rusos lo encontraron en la orilla del Dnjepr, inconsciente y congelado, lo recogieron y lo llevaron a su casa y trataron de reanimarlo. Estos campesinos habían sufrido mucho por la invasión alemana. ¡A pesar de esto ayudaron y arriesgaron sus propias vidas, pues la ayuda al enemigo estaba prohibida bajo pena de muerte! Cuando se recuperó, le dieron una manta que se usaba para cubrir caballos, le indicaron en qué dirección estaban las tropas alemanas ¡y el Hno.Ubaldo alcanzó de llegar sano y salvo a su unidad militar! En 1945, al final de la guerra, cayó prisionero, y fue llevado a Francia. Casi murió de hambre en el campo de prisioneros de guerra. Todo un año duró este martirio. En la Misión Una vez libre de la prisión, sin más, regresó a su convento en Laufen, trabajó en la reconstrucción del convento en Aschaffenburg destruido por las bombas. Durante la guerra no pudieron venir religiosos de Alemania a Chile. Ahora la Orden buscó voluntarios que estuvieran dispuestos para ir a la Araucanía a reforzar allí el personal apostólico. Invitaron también al Hermano Ubaldo y él dijo que sí. Las fotografías fueron un aporte de Cristián Barrera y familia.
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